domingo, junio 26, 2022

Kintsugi

 











se mudó a una casa, a las afueras del mundo

lejos del tráfico, de la panadería a cien metros

de los perros sueltos en las calles

de la comodidad de locomoción disponible en horarios regulares 


desde su ventana contempla

en la distancia

pequeñas aves rapaces danzando en trazos sinuosos

el perfil de su sombra sobre un horizonte discontinuo y forestal

la llamada lejana de un gallo

abejas curiosas que visitan el cristal de su burbuja campestre


el aire fresco expande sus costillas

la fragancia de los árboles se adhiere a notas de café negro y amargo

espera

respira


sabe que hay algo roto

una fractura

sabe que hay algo incompleto y partido

piensa

que con yoga y libros puede zurcir la herida

que con disciplina y trabajo puede remendar la fisura

embellecer con oro y pegamento, y ensamblar así los bordes afilados

unir las piezas de la vasija quebrada

restaurar la astillada forma

y así, seguir viviendo


pero a la luz de un sol de invierno

la fractura, sin embargo,

a veces,

sigue doliendo.