No
quiero usar palabras para decir que te amo.
La vida persistente,
indefinida, ubicua, recursiva
no exige de inútiles
verbos
no los necesitan las aves
que anidan en el hualle
no recurren a los versos
las criaturas mansas que pastan el fruto de la tierra
ni precisan recordárselo
las fieras que las acechan en el bosque.
Se vive o se muere
y la muerte no conservará
lo que decían las palabras
la suavidad, la ternura
de los besos que pudieron ser
que agrietaron su
silencio para abrir un "te quiero" apenas susurrado.
La muerte conservará las
palabras, sí
las sílabas y los
pronombres
los adjetivos dulces
las metáforas cursis
la anáfora completa y
reiterada del "te adoro, me encantas".
E
imitaran esas palabras que jugueteamos bajo las sábanas
que nos queríamos
contemplándonos sin decir nada
que interrumpíamos el
ascenso trepidante de la carne
para
compartir un chiste estúpido.
Dirán esas palabras
que me perdía
largamente
en la fragancia espesa y
frutal
que
escondes más allá de tus orejas pequeñas.
Podrán decir
incluso
que mis heridas sanaban y
mis fantasmas perdían por fin la batalla.
Que cuando no estabas
conmigo, te hablaba por las noches
en silencio tiernamente
aún en la distancia
purgando tus miedos
prometiéndote amarte al
día siguiente
invocando tus dulces
sueños
hablándote
en silencio
solo porque podía
hacerlo.
No quiero usar palabras
para decir que te amo
no me sirve el
vocabulario para mantener ardiente este sentir inflamado.
Quiero
que sepas
que en el café que te
preparo,
ya van
dos de azúcar, una de café y un te amo.
Que va un te amo
en las canciones que
repito cuando estás conmigo.
Que puse un te amo en el
meme que te envié esta mañana.
Que cuando las aves
cantaron al despuntar el alba
les dije que volaran
hasta tu casa
para que
canten por mi lo que siente este corazón.
Y si me asustan los
dolores que atenazan tu cuerpo
es porque en mi
preocupación va un te amo
y
también un terror espantoso
a imaginar una vida sin
ti.
No quiero usar palabras,
porque
los adjetivos no pueden abrazar tu forma menuda
Ni embriagarse en tus
besos.
Se vive o se muere
y la muerte conservará
tan solo las palabras
estas pobres estrofas sin
rima
este cariño inmenso
traducido malamente al español.
Pero si sobrevivirán las
palabras a la muerte
entonces me retracto y te
escribo
te escribo y te insisto
en figuras retóricas trilladas
en mi lirismo cursi y sin
escuela
que te quiero
que te
pienso
que te adoro.
Porque
sin un día
– como hiciera Albert Camus a María Casares
una mañana antes de morir en auto en la campiña francesa –
te escribiera
con tierno
y anhelante deseo
una
última carta,
querría que tuvieras
cuando menos esto
estas
palabras
que conservaras y
atesoraras para siempre estos versos.
Y así, aunque ya no
pudiera
volver
de la gran y final noche
para compartir la tibieza
de estos labios y estas caricias que juegan a tocarte
ni hacerte sentir mi
abrazo envolvente
sabrías que este amor
ahora y para siempre
lo es todo
y que mientras sigas en este mundo
jamás morirá.
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