martes, noviembre 26, 2024

Quererte mientras duermes

 


Quererte mientras duermes

es fundar un culto a tu divagar callado, a tu ausencia plácida

a tu respirar suave en tu migración inmóvil.


Al borde de la cama

monto guardia, acecho

sostengo vigilia en una madrugada de noviembre

atento, como quien mira el mar desde un acantilado

el vaivén regular de tus olas

la inmensidad quieta de tu presencia desvanecida en la noche.


Toco tu frente

y contemplo

la ondulación de un flequillo cayendo en tus párpados

trazo el contorno de tu boca pequeña

la ruta de tu cuello

el remanso de tus pechos.


Monto guardia, acecho.


Tu barca flota más allá de donde alcanza mi mirada

distante en la remota penumbra 

más allá

en el corazón de un océano que ruge quedamente en la oscuridad extensa y sin medida

te abrazo y fallo

te envuelvo en caricias que no te alcanzan

en una torpeza pobre que no llega a tu zozobrar profundo.


Las horas de la madrugada no avanzan

y en un vacío del tiempo persisto

en quererte mientras duermes.

El breve espacio que ocupas en la cama

es el corazón magnético de la tierra

polo norte estelar, núcleo y epicentro

tu latir pulsa y moviliza las mareas

gira y canta el viento en torno a tu forma dormida.


Es por tu sueño que cae la noche, 

como forma brumosa que envuelve a las cosas

privadas todas de su color hasta que anuncies de nuevo el día

y si la voz de la noche es el silencio

es porque tus labios callan y permiten apenas

como una concesión piadosa

el cantar de las bandurrias insomnes

el susurro entre las ramas, el croar lejano, el latir de las calles abandonadas.


Tu presencia muda irrumpe

destella

mantiene a los astros en su sitio

traza el curso de los planetas

el crisol tibio en tu pecho 

prepara en secreto los colores del alba.


Quererte mientras duermes

es fundar un culto a tu divagar callado

a tu ausencia plácida

mientras mi trasnochar de acólito deriva perdido y loco

insensato

en una contemplación sin miedo 

en la tensión incomprensible de mi piel por tu silueta menuda y frágil 

en la espera del despertar de tus ojos 

y la revelación de un mundo que puede iniciar de nuevo

creyente fanático redimido

en la expectación de la epifanía 

con la que me darás los buenos días.

No hay comentarios.: