se mudó a una casa, a las afueras del mundo
lejos del tráfico, de la panadería a cien metros
de los perros sueltos en las calles
de la comodidad de locomoción disponible en horarios regulares
desde su ventana contempla
en la distancia
pequeñas aves rapaces danzando en trazos sinuosos
el perfil de su sombra sobre un horizonte discontinuo y forestal
la llamada lejana de un gallo
abejas curiosas que visitan el cristal de su burbuja campestre
el aire fresco expande sus costillas
la fragancia de los árboles se adhiere a notas de café negro y amargo
espera
respira
sabe que hay algo roto
una fractura
sabe que hay algo incompleto y partido
piensa
que con yoga y libros puede zurcir la herida
que con disciplina y trabajo puede remendar la fisura
embellecer con oro y pegamento, y ensamblar así los bordes afilados
unir las piezas de la vasija quebrada
restaurar la astillada forma
y así, seguir viviendo
pero a la luz de un sol de invierno
la fractura, sin embargo,
a veces,
sigue doliendo.
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